Una de las tareas más complejas en cualquier ambiente y tipo de trabajo es gestionar las emociones. ¿Te pasa? Es más fácil cumplir con una fecha de entrega que parecía imposible, que contener el llanto de frustración cuando un jefe no te valora, ¿verdad?
Si coincides con lo que te estamos diciendo, esta entrada es para ti. No solo te explicaremos que es algo muy natural experimentar desbordes emocionales, sino también te mostraremos que puedes controlarte por medio de diversas acciones, las cuales te indicaremos a continuación.
La naturaleza detrás de gestionar emociones en el trabajo
Hay dos verdades que debes aceptar cuando de gestionar emociones se trata:
- Los momentos difíciles y los malos días son imposibles de evitar, más en los entornos laborales.
- Es natural que nuestras emociones se alteren cuando tenemos que afrontarlas.
De hecho, es bastante natural porque hay una parte de nuestro cerebro que nos dificulta controlar lo que sentimos y nos lleva a reaccionar, en muchos casos, de la peor manera. Se trata de la amígdala.
Cada vez que reaccionas de forma exagerada, impulsiva, a la defensiva o con agresividad, es la amígdala tomando el control sobre ti. Por suerte, la naturaleza es sabia y nuestro cerebro cuenta con la corteza prefrontal, que tiene la función de regular a la amígdala y ayudarnos a actuar de manera más racional.
Entonces, para gestionar tus emociones necesitas conseguir un equilibrio entre esas dos partes de tu cerebro, todo un reto, ¿no? Pero si aplicas los consejos que te daremos a continuación, será más fácil superarlo.
Lee también: ¿Qué es inteligencia emocional en el trabajo y cómo usarla?
Tips para gestionar las emociones en el trabajo
El autocontrol es la base de todo lo que te diremos a continuación. La conciencia de que tienes el control sobre tu persona y emociones te ayudará a adoptar los siguientes consejos. Con eso en mente, ahora sí vamos a los tips:
1. Comienza a ser consciente de tus emociones
Las personas viven sus emociones de manera particular. De igual forma, no todo el mundo se altera por los mismos eventos o circunstancias. En consecuencia, cada quien reacciona diferente a cada experiencia. Por eso, el primer paso para gestionar tus emociones es reconocerlas.
Comienza por aceptarlas. Por ejemplo, reconoce que lloras con facilidad, que te enfureces más de lo debido sin motivo justificable o que no eres empático y te irritas ante los problemas de otros. Tú sabes cuando cruzas la raya, ¿verdad?
Luego, identifica los principales detonantes de esas reacciones y sentimientos irracionales. Este panorama te ayudará a prender alertas para respirar y recuperar el control, cuando sientas que lo estás perdiendo.
2. Corta los pensamientos que mantienen vivas las emociones negativas
¿Te ha pasado que, en tu trabajo, sucede algo que te generó malestar y no puedes parar de pensar en ello, ni siquiera después de terminar la jornada? Eso es torturarte a ti mismo y debes dejar de hacerlo.
¿Has pensado cuánto tiempo pierdes desgastando tu mente con algo que ya pasó? Lo peor es que, entre más piensas en aquello que te disgustó, más alimentas la rabia, la frustración o la tristeza. Rompe con ese mal hábito.
Sin duda es más fácil decirlo que hacerlo, pero con práctica puedes lograrlo. Cada vez que los recuerdos de esa situación desagradable lleguen a tu mente, bloquéalos. Enfócate en otra cosa como cantar, leer, respirar, caminar o hablar. Haz algo que te haga sentir mejor.
3. Habla sobre lo que sientes
Exteriorizar o verbalizar lo que sientes ayuda a desahogarte. Ese es un proceso que te hace a poner en perspectiva lo sucedido y reconocer tus aciertos y errores en el manejo de la situación.
Si crees que puedes hacerlo, habla con la persona con la que tuviste la confrontación. Si no, busca un amigo o pariente que pueda comprenderte y aconsejarte. En realidad, lo que debes encontrar es a alguien que te escuche.
En ese sentido, si sientes que gestionar tus emociones es un reto que te supera, busca ayuda profesional. Hablar con un psicólogo puede brindarte herramientas para trabajar en tu salud mental.
4. Aprende a decir que “no” y expresar tus opiniones con claridad
Muchas veces la inconformidad en el entorno laboral proviene de una actitud complaciente con todo y todos. A largo plazo, ceder tanto y decir siempre “sí” se torna en una carga muy pesada.
Aprender a decir que no y expresar tus opiniones te evitará situaciones incómodas, sentimientos de frustración, agotamiento y malestar en general.
Claro, debes ser cuidadoso de no caer en la antipatía y arrogancia. Poner límites es sano, siempre que se haga con asertividad. Trabaja en mantener una comunicación directa y oportuna, para que dejar de complacer a los demás no sea un problema
5. En medio de una crisis: toma conciencia de ti
Si te encuentras en una situación donde tu corazón palpita fuertemente, tus mejillas están coloradas, te cuesta respirar y estás a punto de gritar o llorar: toma conciencia de ti. No te dejes estallar.
Hemos dicho que son impulsos generados por la amígdala del cerebro los que te hacen reaccionar mal ante las experiencias adversas. Por eso mismo, es difícil frenarlos. Pero si te fortaleces, con práctica y esfuerzo, evitarás equivocarte. Algunos ejercicios prácticos para esto son:
- Respira de manera consciente: si te es posible apartarte de la situación y tomar unos minutos para respirar, hazlo. Llena tus pulmones de aire tanto como puedas, trata de sentirlo llegando a cada parte de cuerpo. Enfoca tu mente en eso y notarás como te calmas
- Refréscate: así como lo lees; la temperatura aumenta cuando los sentimientos de cólera y frustración afloran. Entonces, libérate del calor para relajarte. Toma un vaso de agua fría, acércate a una ventana o sal a tomar aire fresco, lávate la cara, quítate el abrigo, etc. Cualquiera de estas cosas funcionan.
- Busca un polo a tierra: en el calor de las emociones, los pensamientos se disparan y abundan las ideas negativas e hipotéticas que te perjudican. Es allí cuando debes buscar un punto fijo y concéntrate en él. Así, tu mente se enfocará en lo concreto y no se dispersará.
Negar o luchar con tus emociones, solo empeorará las cosas. Toma conciencia de ti, de lo que sientes y de lo que puedes hacer para gestionarlas. Persiste, hasta que no sea un esfuerzo. Es la única manera de mejorar.
¿Por qué es importante gestionar las emociones en el trabajo?
Asumir una postura soberbia y justificar reacciones inadecuadas con palabras como “soy así” o “no me puedo controlar”, en realidad es un acto egoísta. No obtendrás ningún beneficio de eso.
De hecho, cuando no controlas tus emociones y dejas que tus impulsos se manifiesten cada vez que algo te altera, estás saboteándote a ti mismo. Pues, en el entorno laboral, la inteligencia emocional y el autocontrol son signos de profesionalismo.
La realidad es que, aunque a algunas personas les cueste más que a otras, todos estamos en la capacidad de mejorar el manejo de nuestras emociones. Es más, tenemos la responsabilidad de hacerlo para contribuir al bienestar general y al buen ambiente laboral.
En definitiva, gestionar tus emociones en el trabajo es importante para la compañía y para ti. Sin duda es un gran reto, pero también trae un gran beneficio.