¿Quieres escribir pero te cuesta encontrar el tiempo para hacerlo? No estás solo. Salvo si escribir es tu trabajo de tiempo completo, sabrás que las actividades del día a día te llevan a postergar ese momento de confrontar la hoja en blanco. La paradoja es que si quieres ser escritor, tienes que escribir. Crea una rutina de escritura para activar tu creatividad, y estar un poco más cerca de convertirte en el profesional que quieres ser.
Bien sea si escribes como un pasatiempo, como un manera de liberar tu mente o por pasión, llegar a producir un texto completo y de valor no es asunto de musas. Todo es cuestión de hábitos. Claro que debe haber talento, inspiración y más, pero sin hábitos sólidos todo ese potencial se desaprovechará. Al igual que en otros escenarios, en la escritura, si quieres ver resultados, deber tener disciplina y para eso sirven las rutinas.
En este punto puedes estar en conflicto con esta propuesta. No nos extraña, ya que seguro la idea de ponerle horario a la inspiración te parece imposible y hasta ridículo. Sin embargo, insistimos, la escritura es más que inspiración y por eso merece una rutina.
¿Por qué es importante tener una rutina de escritura?
Las rutinas ayudan a consolidar los hábitos y eso las hace importantes. Descubrir el valor de tener una rutina de escritura puede animarte a comenzar la tuya.
Lo primero que consigues al asignar un horario a tu escritura, es mantener frescas las ideas. ¿Te ha pasado que terminas de escribir y cierras tu documento; lo dejas ahí sin verlo sin siquiera pensar en él por algunos días y cuando regresas, te cuesta retomar? Escribir a diario o, al menos, con una metodología recurrente y periódica, hace la diferencia: te ayuda a recordar los detalles y a llevar el hilo del texto. Además, verás avances y sentirás motivación.
Además, entre más escribas, más pulidos serán tus textos. Al fin y al cabo, la escritura es como cualquier otra habilidad: con la práctica se perfecciona. Imagina, por ejemplo, que vas a correr una maratón: si entrenas a diario, llevarás control de tus tiempos, reconocerás los terrenos y las rutas, y aumentarás tu ritmo con el paso de los días. Una maratón no se corre en de la noche a la mañana, así como un libro tampoco se escribe en una sentada.
Ahora, si lo tuyo no son los libros y te dedicas a la redacción de textos cortos, la rutina es incluso más útil para ti. Tener un horario para la escritura, te permite producir más textos, ya que tendrás un tiempo designado para ello y no dependerás de que te visite alguna musa. La constancia mantiene tu mente activa, te obliga (de buena manera) a explorar temas, vocabulario y tendencias.
No se trata de llevarte al límite. Se trata de que lo hagas a tu ritmo, pero con disciplina.
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Ideas para crear una rutina de escritura
Las rutinas tienen detractores que prefieren vivir cada día con su afán, sin compromisos, sin reglas. Además, todos sabemos que las rutinas no son fáciles de crear y menos de sostener. Sin embargo, con determinación y la ayuda de los siguientes consejos, podrás comenzar la tuya más pronto y fácil de lo pensado.
Revisa la rutina que ya tienes
Incluso si crees que no tienes rutinas, revisa tus actividades diarias y lo más probable es que encuentres patrones. A lo mejor te levantas casi siempre a la misma hora, tomas un café, haces ejercicio, desayunas, te duchas, vas a trabajar… O en la tarde, terminas la jornada, preparas la cena, comes en familia, acompañas a tus hijos a lavarse los dientes, les lees un libro y luego te vas a descansar. Siempre que sean acciones repetidas, en el mismo orden, son rutinas.
Adoptar un nuevo hábito o crear una nueva rutina se facilita si se incorpora a las dinámicas actuales de tu vida. Con esta técnica, no sentirás que estás cambiando tu ritmo o dejando de hacer cosas importantes, sino que encontrarás espacio para escribir sin perturbar tus demás actividades.
Entonces, analiza cómo transcurren tus días. Encuentra un momento que quizás puedas aprovechar mejor o alguna actividad que podrías hacer más rápido y liberar tiempo. Revisa, si podrías dedicar ese momento siempre a la escritura y hazlo.
Asigna un tiempo fijo para la escritura
Cuando hablamos de tiempo, hablamos de una hora y una duración. Entonces, valida que ese momento que elegiste para escribir tenga siempre la misma hora y que puedas dedicar un mínimo de tiempo fijo. No se trata de ser estricto en extremo con este horario. Podrías decidir que tu momento de escritura es entre las 8 y las 10 de la mañana, y que te dedicarás al menos una hora a ello, por ejemplo. Eso te da flexibilidad, si te sientes bloqueado o inspirado, y te ayudará a comenzar el hábito.
Lo importante es que te cumplas. Para eso, es útil que procures elegir momentos en los que seas más productivo. Ideal también que sea un momento sin distractores y que sea fácil de cumplir. Por ejemplo, si no se te da la madrugada, no te obligues a madrugar para aprovechar la mañana. Al final, no la aprovecharás. Solo tu sabes qué horario es el ideal para ti.
Crea recordatorios
No está demás tener ayuda extra, mientras este nuevo momento de escritura se incorpora por completo en tu rutina. Usa una alarma, pega una nota en tu oficina o en la puerta de la nevera, pídele a alguien que te pueda monitorear, o utiliza una aplicación como Todoist o Google Tasks, para ayudarte a recordar y hacer seguimiento a tu nuevo hábito.
Es normal que al principio se te olvide o te de pereza cumplirte. Pero con constancia y determinación, te sentarás a escribir en automático, más pronto de lo pensado.
Elimina distractores
Para que los 30 minutos, las 5 horas o el tiempo que sea que dediques a escribir, en realidad se vea reflejado en la cantidad de palabras redactadas, tienes que escribir. Tu rutina de escritura debe incluir apagar notificaciones del móvil, suspender actividad en redes sociales, cerrar el correo electrónico, evitar visitas, televisor encendido, y cualquier otra cosa que pueda robarte la concentración.
Es muy fácil procrastinar. Lo sabes. Por eso, incluso si no te fluyen las palabras, deja los distractores afuera del momento. Relájate, respira, date tiempo… No todos los días producirás tanto como deseas, y eso es normal. Si permites que tu mente se disperse en cosas distintas a tu texto, solo empeorarás la situación. Entonces, enfócate.
Crea un ritual
Haz agradable el momento. Si ya te cuesta escribir esporádicamente, incorporarlo en la rutina será extenuante. Sin embargo, si lo haces especial, será diferente. Recuerda, esta rutina de escritura no es un castigo e, incluso, si escribir es tu trabajo no debe parecerlo. Pon tu música favorita, prepara un té o sirve una copa de vino, ponte cómodo, encuentra un lugar dónde puedas liberarte, respira… Estas son solo ideas, para que les des el toque de inspiración a tu momento frente al texto.
Sé constante
Es probable que tengas días agotadores, con momentos frustrantes y bloqueos de inspiración. No siempre es fácil cumplir con la rutina, pero no desistas de ella. Los malos ratos son normales. La constancia es la fuerza para seguir adelante con tu propósito. Nadie llega a su peso ideal dejando de comer un solo día. La constancia en la buena alimentación es lo que llevará a cualquiera a bajar de peso y mantenerse saludable.
Persiste. No te frustres. Una buena cosecha toma tiempo en llegar. Repite tu rutina de escritura, hasta que la incorpores por completo a tu vida. Si lo necesitas, recuerda los motivos por los cuales escribes y encuentra en ellos motivación.
No seas duro contigo mismo
Cuídate. No te presiones para conseguir ese número inalcanzable de palabras diarias. Acepta tus limitaciones y gestiona acciones de mejora, pero con calma. Si tu rutina no está funcionando, te está generando ansiedad o en realidad no ves los resultados que esperabas: para y ajusta lo necesario. Recuerda que lo principal es disfrutar el proceso de escribir, pues es un arte que no puede convertirse en tu tortura. Si no logras sacar adelante tu texto, déjalo descansar. Y descansa tú también.
Crear una rutina de escritura toma tiempo
Una buena rutina no se consigue de repente. Tampoco es una cosa inmutable. Puedes cambiarla hasta que te sientas cómodo con ella. Lo importante es que comprendas que es cuestión de tiempo, de costumbre y disciplina. Sabrás que llegaste a tu rutina ideal cuando no te cueste ejecutarla, cuando notes que fluyen mejor las palabras, cuando te concentres con facilidad, cuando no puedas aplazarla y cuando estés tranquilo y satisfecho porque te ves cumpliendo tus objetivos.
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