Un ambiente laboral hostil, una mala remuneración, agotamiento por exceso de trabajo, desmotivación por falta de responsabilidades, desconexión con el propósito de la empresa, entre muchos otros. La lista de motivos por los cuales un trabajo no te gusta puede ser larga. Por eso, antes de que entres en crisis, te contamos cómo sacar lo mejor de la situación sin morir en el intento.
Sabemos que si mantienes un empleo que no disfrutas es porque no puedes dejarlo. Esa sería la forma más fácil de resolver el problema, pero no siempre es posible hacerlo, ya que hay familia y diversas obligaciones que no van a parar porque no tengas empleo. Por eso, para de quejarte y ocúpate de lo que sí está en tus manos para cuidar tu bienestar emocional.
Habla sobre lo que sientes al estar en un trabajo que no te gusta
La frustración que vives día a día debido a un trabajo que no te gusta es causa de malestar permanente. Eso, sumado a tener que fingir frente a colegas o superiores que todo está bien, es fuente de mucha presión. Nada de esto le conviene a tu salud mental.
Libérate de esas emociones negativas hablando de lo que sientes. Encuentra una persona en la que puedas confiar y que te apoye. El objetivo es desahogarte. No es necesario que te dé un consejo o una solución. El simple hecho de hablar te ayudará a sentirte un poco más tranquilo.
Conecta con el propósito
Sal de tus quehaceres y mira tu trabajo en perspectiva. Deja de ver tu empleo como una rutina para vender, subir datos a una hoja de cálculo, diseñar publicaciones aburridas o cualquiera que sea tu oficio. Comienza a verlo desde el punto de vista de la empresa.
Ese es el punto que debes encontrar para conectar. Piensa que cada actividad que ejecutas responde a una intención positiva, con impacto en tu comunidad o en la sociedad. Refúgiate en esa idea para darle sentido a tu permanencia en el cargo.
Trabaja en ti
Busca qué es aquello que sí te gusta o las cosas que quisieras hacer en tu trabajo. Luego, encuentra oportunidades de aprendizaje o espacios de formación sobre el asunto de tu interés. Trabaja para convertirte en experto en ese aspecto agradable de tu empleo.
Sé proactivo y busca espacios para mostrar tu talento y experiencia. Esto te dará visibilidad. Si haces bien tu tarea, es probable que comiencen a valorarte y asignarte mayores responsabilidades. Si no ocurre, igual da lo mejor de ti.
Siempre que trabajas en ti aportas a tu desarrollo profesional. Eso te mantiene motivado y, al mismo tiempo, te prepara para una posible mejora en tu empleo actual o para un cambio de empleo.
Inventa un proyecto personal
Si tus labores no te ofrecen experiencias positivas o emocionantes, inventa tu propio proyecto que lo haga. Podría estar asociado a tus funciones en la compañía o solo responder a otro interés personal.
En el primer caso, te sentirás ocupado y estarás desarrollando tus habilidades profesionales. No repares en que otros miembros de la compañía lo validen o apoyen. Es tu proyecto y lo haces por ti. Recuerda que se trata de encontrar mecanismos para hacer más llevadero ese trabajo que no te gusta y no de buscar la aprobación de otros.
Si tienes tiempo para dedicarte a otro tipo de proyecto, ¡aprovéchalo! Crea un club de lectura, haz cursos libres o gratuitos en línea, proponte sacarles una sonrisa a tus colegas o conocer alguien nuevo cada semana. Acá, no hay límites. El objetivo es encontrar un distractor en medio de tus tareas diarias en el trabajo.
Desconéctate y recarga tu energía con lo que te gusta
Terminar la jornada y continuar pensando en ese trabajo que no te gusta, no tiene ningún sentido. Ya hemos dicho que tú eres el único responsable de tu bienestar. Por lo tanto, es fundamental que pongas un límite firme, tanto físico como mental, entre tu tiempo laboral y tus espacios libres.
El secreto en este punto es aprovechar tu tiempo de ocio y vida privada para realizar actividades que te recarguen de energía. Lo más probable es que la presión laboral te haga sentir agotado y sin ánimo de disfrutar otros espacios, pero si lo haces notarás beneficios.
Jugar con tus hijos, cocinar, hacer ejercicio, leer o cualquier otra actividad que te divierta y apasione, llenará de optimismo tus días. Entonces, encuentra algo que te reconforte en los momentos en que el trabajo te abrume. Recuerda que vivir obsesionado con el trabajo es perjudicial para el bienestar personal, incluso para aquellos que aman lo que hacen.
Celebra tus pequeñas victorias
Incluso si tu trabajo es frustrante y agotador, siempre hay posibilidad de realizar grandes o pequeñas acciones que merecen un reconocimiento. ¿Reconocimiento de quién? Pues de ti mismo.
Reconoce lo bueno que haces y celébralo. Conseguiste el mejor salón disponible para un evento, entregaste el balance de la compañía antes de lo previsto, un prospecto difícil te respondió un correo electrónico; ejemplos tan sencillos como estos pueden hacer diferencia en tus días si comienzas a valorarlos.
No trabajes esperando validación o reconocimiento de otro. Esa actitud es causa de frustración. En cambio, trabajar motivado en tu crecimiento personal y profesional es fuente de inspiración. Además, aporta a tu autoestima y bienestar general.
Para de enfocarte en lo que no te gusta de tu trabajo
Seguro pensarás: es más fácil decirlo que hacerlo. Y sí, lo es; al igual que muchas otras cosas que merecen la pena. Hacer el esfuerzo de cambiar la perspectiva y bloquear los pensamientos negativos tiene un impacto en la forma como vivimos.
Entre más te repites que odias tu trabajo, que vives frustrado, que te sientes poco valorado, que renunciarías si pudieras o que tu jefe es un pésimo líder, más difícil será salir de todo el negativismo que conllevan esas ideas. De manera inconsciente, pasarás el tiempo buscando evidencias de que lo que piensas es real.
Por el contrario, si te das la oportunidad de ver un lado positivo a tu trabajo, encontrarás bienestar. Entonces, cuando te pongan una tarea operativa muy aburrida, tómala como una oportunidad de escuchar música, un podcast o hacer una llamada mientras la ejecutas. Si tu jefe es un tirano, tómalo como un reto para fortalecer tu inteligencia emocional. Y así con todo lo que se te asigne.
Lee también: ¿Qué es inteligencia emocional en el trabajo y cómo usarla?
Trabaja en un plan de salida de ese trabajo que no te gusta
Nada cambiará, si no gestionas el cambio. Lo sabes, ¿verdad? Entonces, si tienes claro que ese trabajo no es para ti, busca la manera de salir de allí. Organiza un plan que te acerque a esa meta. Algunas ideas de lo que puedes hacer son:
- Dispón un espacio de tu agenda, que no interfiera con tus obligaciones laborales, para buscar empleo.
- Paga tus deudas y organiza tus finanzas personales para tener más libertad en ese sentido.
- Crea una lista de contactos para acudir a ellos ofreciendo servicios o para enviarles tu currículum.
- Capacítate para fortalecer competencias y conocimientos que te abran puertas en otro lugar.
- Trabaja de manera paralela en tu emprendimiento, para abandonar tu trabajo cuando estés listo.
Tu bienestar es lo que más importa
Vivir para sobrevivir a un empleo, no es vida. El malestar emocional que surge de un trabajo que no te gusta trasciende a otras esferas, afectando tu salud y bienestar. Por eso, si no puedes escapar de la situación, debes hacer todo lo posible por mejorarla.
Enfócate en aquello que en efecto puedes cambiar, no en lo que te gustaría que fuera diferente, pero no está en tus manos lograrlo. Las ideas que te hemos dado arriba son un punto de partida. Verás que una vez que le comienzas a dar un giro a tu cotidianidad negativa, será más fácil seguir por la ruta del optimismo y conseguir cambios.
Borra de tu mente la idea de estar atrapado, de que no hay solución. Concéntrate en encontrar tu bienestar en las instancias que te sea posible. Eso es lo fundamental para no dejarte consumir por la situación laboral. Y confía en que, con determinación y un plan de acción, todo será mejor.
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