Al hablar de productividad, solemos plantear una disputa entre trabajo inteligente y trabajo duro. Sin duda son polos opuestos frente a la manera como se aborda una tarea, y valdría la pena saber cuál es la más efectiva para poner fin a la discusión, ¿verdad? Pues bien, queremos decirte que, a pesar de sus diferencias, no son procesos irreconciliables y, quizás, nunca debió existir esta disputa, en primer lugar.
Basado en tu propia experiencia, ¿qué prefieres: el trabajo duro o el trabajo inteligente? Comenzamos con esta pregunta porque, en muchos casos, es una cuestión personal, que depende del tipo de oficio, la personalidad y las habilidades de cada quien. Te invitamos a apartarte un poco de tu sesgo y a conocer los pormenores de cada estilo. Así podrás generar una nueva forma de relacionarte con tu trabajo y conseguir un equilibrio que contribuya a tu productividad y bienestar general.
El trabajo duro es la antesala del trabajo inteligente
Es muy difícil llegar a hacer un trabajo inteligente, sin antes hacer el trabajo duro. La razón es que en este último se conocen los detalles del oficio y se identifican las posibilidades de mejora.
Para comprender esta relación, piensa en un emprendedor. Cuando su negocio recién empieza, debe hacerse cargo de todas las actividades del negocio realizando grandes esfuerzos. Entre ellos, dedicar horas extra y desbordar sus capacidades físicas, mentales y emocionales. Sin embargo, llega un momento en que es capaz de optimizar los procesos, y ahí necesita hacer un trabajo inteligente.
Trabajo duro
En general, el trabajo duro se asocia con las tareas operativas o con labores que requieren esfuerzo, mucha dedicación de tiempo y energía. También suele relacionarse con un empleado agotado, poco productivo y desgastado. Pero al mismo tiempo, se vincula con la idea de que “para tener éxito hay que trabajar duro”. Y sin duda, hay oficios que requieren de este tipo de trabajo para conseguir resultados: escribir, archivar, diseñar, entre otros.
El trabajo duro se enfoca en los resultados. Por eso, quizás, algunas personas se sienten cómodas con este estilo. Hacer una tarea con compromiso, responsabilidad y garantía de que se conseguirá el resultado esperado es suficiente y satisfactorio para muchos. De modo que, no es del todo acertado darle una connotación negativa a este tipo de trabajo. Siempre que disfrutes lo que haces y estés logrando tus objetivos, vale la pena conservar tus hábitos laborales.
Es justo reconocer que existen casos en los que las personas trabajan duro y terminan perdiendo el equilibrio entre su vida personal y la laboral, se agobian y padecen cada día. Así, aunque hacen muchas cosas durante la jornada, en realidad no son productivas. Cuando se vive en este estado, lo sensato es parar y reorientar el rumbo.
Trabajo inteligente
La creatividad, la innovación y el uso eficiente del tiempo son las principales características del trabajo inteligente. No se asocia con estar ocupado, sino con ser efectivo. En ocasiones, los trabajadores inteligentes se valen de la automatización y herramientas tecnológicas que liberan tiempo, y les permiten dedicarse a tareas menos operativas y más estratégicas.
La estrategia y la optimización es el foco de este estilo de trabajo. Por eso, en lugar de realizar tareas de manera repetitiva como en el trabajo duro, acá se analiza, se planea y se experimenta. Los trabajadores más inquietos se ajustan mejor a este estilo, ya que les permite transformar la manera tradicional de realizar las tareas y romper la monotonía del entorno laboral.
Sin embargo, no se llega a este punto en un abrir y cerrar de ojos o solo con buenas intenciones. Para llegar a esto hay que dominar primero el oficio: trabajar duro. Además, aunque el trabajo inteligente evoque flexibilidad y disrupción, no es equivalente a un trabajo relajado y sin responsabilidades.
De hecho, requiere esfuerzo y también se presta para las frustraciones. Por eso, quienes optan por esta modalidad deben estar seguros de sus habilidades y capacidades, y asimismo tener objetivos claros y concretos. Esto les permite construir estrategias sólidas que los acerquen a sus resultados.
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El equilibrio es el fin de la discusión
La mayoría de las personas estamos en capacidad de aprender un oficio y trabajar duro de manera repetitiva y duradera, tanto como podríamos desarrollar habilidades creativas y realizar un trabajo inteligente. Sin embargo, cada persona y cada oficio está mejor adaptado a un estilo de trabajo. Esa diversidad es la que permite el equilibrio que sostiene el ecosistema laboral. ¿O cómo sería una oficina llena de creativos generando ideas y nadie llamando a los clientes para venderlas?
Ahora, desde el punto de vista individual, conseguir un propio equilibrio para trabajar duro e inteligente, según lo requieran tus labores, puede ser un camino al éxito. Entender tanto tus capacidades, como las exigencias y necesidades de tu oficio es la clave para lograr el balance. Aquí, los beneficios.
- Tener la posibilidad de ver resultados en corto plazo, mientras exploras nuevas alternativas de trabajar.
- Planear cómo conseguir resultados a largo plazo, con menos riesgos al tener control y conocimiento de lo operativo.
- Dedicarte a lo que te gusta, sin descuidar otros asuntos importantes.
- Ganar calidad de vida, personal y laboral.
- Tener menos desgaste y más eficiencia.
- Tomar de decisiones con base en la experiencia y no solo en la data.
- Ganar perspectiva y objetividad para formulas cambios y metas.
- Desarrollar habilidades duras y blandas.
- Evitar el agotamiento y tener un mejor manejo del tiempo.
En la práctica, podrías encontrar otros beneficios. Pero sabemos que también podrías enfrentar dificultades para encontrar el equilibrio que proponemos. Esto no debe ser motivo de preocupación. Ya hemos dicho que la efectividad de cada modalidad de trabajo es relativa para cada caso.
La discusión es un debate de percepciones y no un camino a una verdad absoluta. Por eso, el mensaje clave es que procures trabajar con pasión y entusiasmo siempre, para que hagas lo que hagas (a nivel operativo o estratégico), lo hagas con gusto.