A diario atravesamos múltiples emociones, más si nos encontramos en entornos laborales. Seguro te ha pasado: estás animado para comenzar tu jornada, abres tu correo electrónico y ves un mensaje que indica que se adelantó la entrega un proyecto. Llamas a tu colega para ver sus avances y no ha comenzado. Entonces, pasas el día trabajando para cumplir con tu parte y la suya. Superar un día así, sin explotar, discutir o caer en llanto, es contar con inteligencia emocional en el trabajo.
Sin duda, los entornos laborales son propensos a generar cambios abruptos o altibajos en nuestras emociones, y es importante saber manejarlas. Imagina ahora, tres desenlaces para el caso que acabamos de describir:
- Finalizas y tu cliente queda satisfecho.
- Finalizas, pero no con la calidad esperada y el cliente lo recibe con inconformidad.
- A pesar de tus esfuerzos, no terminas.
Según tu desenlace, colapsas o salvas el día, ¿verdad? Sin embargo, lo óptimo sería no llegar al colapso, incluso cuando parezca inevitable.
Reconocer tus emociones y gestionarlas es la base de la inteligencia emocional. Independientemente de las dificultades o lo abrumador del desenlace, si las manejas, saldrás adelante. Una persona con altos niveles de inteligencia emocional es más productiva, tiene mejores relaciones con sus colegas, superiores o clientes, y puede llevar una vida en general más tranquila. En cambio, quienes se dejan desbordar por sus emociones, les cuesta desenvolverse de manera óptima en lo laboral, y personal.
Evalúa tu inteligencia emocional en el trabajo
Medir este tipo de inteligencia no es fácil. Sin embargo, un análisis objetivo de nuestras reacciones y comportamientos en el ámbito laboral puede indicarte cuál es tu nivel de inteligencia emocional en el trabajo.
¿Te causa curiosidad saber qué tan inteligente eres con tus emociones? Te invitamos a realizar una autoevaluación de dónde te ubicas en los siguientes puntos, para determinar si vas por buen camino o identificar en cuáles debes reforzar tu atención.
¿Eres bueno comunicándote?
Las habilidades de comunicación son un rasgo distintivo de las personas con alto nivel de inteligencia emocional. Expresar con asertividad tus ideas, pensamientos y emociones es solo una parte, y no precisamente la más importante. La verdadera habilidad está en escuchar, darle a los otros la oportunidad de hablar y respetar sus opiniones.
Las preguntas clave en este punto podrían ser: ¿Hablas más de lo que escuchas a los otros? ¿Te haces entender con facilidad y amabilidad?
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¿Qué tan buenas son tus relaciones con clientes y colegas?
¿En tus relaciones laborales te consideras: Distante, cordial, compinche? En este caso, el punto medio es el correcto. La inteligencia emocional en el trabajo te hace entender que se trata de relaciones profesionales, donde la cordialidad es la justa medida entre la distancia y compinchería.
Si bien puede haber excepciones, en general cuando eres cortante y aislado, generas un ambiente hostil; cuando eres el amigote de todos, pierdes objetividad e incluso profesionalismo. Si eres cordial, contribuyes a la tranquilidad y cooperación en el trabajo.
¿Aprendes de tus errores o te desmotivas con ellos?
A nadie le gusta equivocarse. Es un hecho. Sin embargo, es de humanos errar, y debemos aceptarlo. Entonces, puedes renunciar y lamentarte, o reconocer, aprender y continuar con resiliencia. ¿Cómo asumes tus derrotas o errores?
Es natural que el miedo, la culpa, la vergüenza o el resentimiento te embarguen. La inteligencia no está en ser inmune a estos sentimientos, sino en controlarlos y sobreponerse a ellos.
¿Evalúas tus reacciones y comportamientos?
Las personas con alto nivel de inteligencia emocional en el trabajo son conscientes de sus sentimientos en situaciones críticas. También logran analizarlos y controlarlos para actuar según lo que más convenga, tanto para ellos, como para el equipo o empresa.
Parece difícil, ¿no? En realidad, lo es. Realizar esta evaluación en tiempo real requiere un autocontrol superior. Sin embargo, hacerla después de salir del enojo (o de aquella emoción que te invadió en medio de la crisis), con calma y objetividad, es un ejercicio muy valioso para fortalecer tu inteligencia emocional.
¿Te conoces bien?
Al responder las preguntas previas has hecho un ejercicio de autoconocimiento, pero en general, ¿qué tanto te conoces? ¿Podrías responder sin pensar demasiado preguntas como: ¿Cuáles son tus fortalezas y debilidades?, ¿tienes claro tu propósito en la vida? o ¿quién eres??
Reconocer los aspectos de tu personalidad y de tu vida que te generan problemas o beneficios es utilizar la inteligencia emocional a tu favor. Es el primer paso al autocontrol. Es la posibilidad de anticipar y prevenir desenlaces desafortunados en situaciones críticas.
Entrena tu inteligencia emocional
Con las interrogantes que acabas de responder te has hecho una idea de cuál es tu nivel de inteligencia emocional. ¿Cierto? De seguro encontraste aspectos en los que te sientes satisfecho y bajo control, y otros en los que necesitas trabajar. Es normal.
Por suerte, la inteligencia emocional es una meta-habilidad que se puede desarrollar y se debe entrenar de forma permanente. Si bien requiere de mucha disciplina y consciencia, en el fondo no es más que fortalecer otras habilidades básicas fundamentales, como las que mencionamos anteriormente.
Otras acciones que también puedes practicar para desarrollar tu inteligencia emocional en el trabajo son:
- No juzgues: ni a ti, ni a los demás
- Observa a tus colegas: no te compares, solo aprende de ellos. Identifica comportamientos que te gustaría replicar o aquellos que quisieras evitar, y tenlos como referente para situaciones similares.
- Pide consejos o busca ayuda: Si sientes gran dificultad para desarrollar tu inteligencia emocional, acude a un colega de confianza o incluso a un especialista.
- Sé empático: reconoce las emociones del otro, ponte en su lugar y ayúdalo si es necesario.
Beneficios de usar la inteligencia emocional en el trabajo
Si tuviéramos que resumir los beneficios de usar la inteligencia emocional en el trabajo en un solo elemento sería la prevención y resolución pacífica de conflictos. Esto funciona tanto para cargos de oficina como para trabajos freelance o por encargo.
Reconocer y gestionar las emociones es una habilidad que permite reaccionar mejor ante las situaciones de estrés y da claridad para la toma de decisiones difíciles (ambas circunstancias frecuentes en un entorno laboral). En contraprestación, es más probable recibir respuestas más favorables y conseguir soluciones que beneficien a todas las partes involucradas.
Así, se fomenta un ambiente laboral saludable y con bajos niveles de estrés. La consecuencia lógica será que trabajarás más tranquilo, estarás más satisfecho con tus relaciones y resultados, y notarás mayor productividad.
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