¿Te has topado con un jefe que supervisa de forma constante? De esos que dicen, esto debe arreglarse y esto y esto otro también, y de paso te pregunta varías veces al día qué estás haciendo, o el ¿ya te vas a almorzar? De seguro que le haces muecas apenas se dé media vuelta. Porque es cierto, a nadie le gusta ese tipo de superiores. Es por eso, que desde esta cara de la moneda, el micromanagement es visto como una pésima forma de gestión.
Pero, ¿qué hay de la otra cara? La empresa necesita llegar a la meta sin que se cometan muchos errores, por ello las inspecciones frecuentes, y qué hay de los empleados que poseen un bajo desempeño o de los que requieren un poco de motivación. ¿Será posible que la microgestión sí funcione para este lado del charco? Eso es lo que vamos a averiguar.
Pero antes, descubramos qué es con exactitud el micromanagement, cuál es el papel de un jefe micromanager y por qué es visto de manera negativa.
Qué es el micromanagement y cómo es un micromanager
La microgestión o el micromanagement es un estilo de liderazgo que se centra en los detalles, de allí el prefijo micro. Consiste en supervisar las actividades de un equipo de trabajo de manera minuciosa, cuidando cada acción y movimiento de los empleados.
Un jefe micromanager es descrito como un líder exigente, cuidadoso, meticuloso y perfeccionista. Su trabajo radica en ejercer control sobre sus subordinados diciéndoles cómo deben hacer sus labores. Tampoco tiende a dejar las decisiones importantes en manos de otros.
El microgestor se mantiene centrado en alcanzar las metas, y se preocupa mucho para que no se cometan equivocaciones. Además, puede que le guste enseñar a su equipo y que estos adquieran el conocimiento que él posee. Pero…
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¿Por qué es visto de forma negativa el método del microgestor?
Se suele pensar que mantener un control excesivo sobre el personal puede socavar la creatividad. Los trabajadores podrían sentir temor al expresar una idea por miedo a que esta sea rechazada o porque algo podría estar mal en esta, por lo que prefieren callar.
La motivación y la autoestima disminuyen al enfocarse de forma desmedida en los errores, sin reforzar las virtudes. Así mismo, puede generar un estrés constante sobre sus subordinados, y como consecuencia poner en riesgo la productividad.
Cambiando de lado, parece que al líder tampoco le es muy funcional. Tiende a ser agotador y a centrarse en tareas poco relevantes para el cargo al que ocupa. En resumen, puede estar invirtiendo mucho tiempo en demasiadas actividades que al final no le dan espacio para desarrollar nuevas estrategias.
¿Por qué algunos líderes insisten en emplear el micromanagement?
Quizás se deba a que desconfían del desempeño de sus empleados, sobre todo de aquellos que recién se incorporan al equipo. Otro motivo podría ser que observan desmotivación en sus subalternos o que es muy arriesgado confiarles proyectos importantes sin supervisión. Al fin y al cabo, ceder el control total puede llevar al fracaso.
Pero si la microgestión no funciona, ¿qué sí?
En primer lugar, si observas que algunos miembros de tu equipo de trabajo no tienen cualidades para los puestos que ocupan, entonces considera un cambio de personal más calificado, consciente, comprometido y enfocado con las metas de la empresa.
Programa reuniones periódicas, explícales a qué están apuntando, qué tipos de errores se están cometiendo y cómo podrían evitarlos como grupo. Permíteles aportar ideas, te puede sorprender como afloran oportunidades que no lograste ver. Confiere proyectos importantes bajo su responsabilidad, de todas formas, puedes intervenir cuando consideres que algo se ha desviado.
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Hazles saber sus fortalezas e informales como su esfuerzo de equipo ha rendido frutos, si se alcanzó la meta deseada. Enfoca tu liderazgo hacia la colaboración, confía en tu equipo y descubre si tuviste un mejor resultado con este método que con el de microgestión.