La capacidad de resolución de conflictos es la llave para mantener una relación sana, sea en el trabajo o en cualquier aspecto de la vida. En el mundo freelance es aún más importante, ya que quizás por el trabajo remoto no hay muchas posibilidades de relacionarnos y establecer lazos interpersonales fuertes.
¿Cuántas veces has tenido una discusión donde dijiste algo de lo que luego te arrepentiste? ¿Has llegado a pedir una segunda opinión y te has dado cuenta que te has alterado más de lo que debías? Hoy te daremos algunos tips para que puedas sobrellevar estas situaciones. De igual manera recuerda que estos son consejos, pero no sustituirán el diagnóstico que pueda brindar un profesional. Algunos casos requieren ayuda especializada, por lo que lo mejor puede ser acudir a un psicólogo.
¿Qué es la resolución de conflictos?
Debes tener algo claro: siempre encontraremos diferencias en todos los ámbitos de nuestra vida. El conflicto es inevitable, pero está en ti poner de tu parte para que sea un evento que te haga crecer y que no genere mayores problemas a futuro.
El modo en que manejes el conflicto puede desarrollar o romper la relación con una persona. En el ámbito profesional es más importante manejarlo de una manera positiva, ya que esto hace parte de un entorno de trabajo positivo y seguro.
Dicho esto, la resolución de conflictos es el proceso de analizar un problema y encontrar una vía para solucionarlo de una buena manera. Esto permite generar un entorno más abierto, honesto e inclusivo, en especial en el tema laboral.
En este caso un factor importante es el liderazgo, ya que este contribuye a limar asperezas de conflictos interpersonales y promover la cultura organizacional. Además, entre más rápido se resuelva el conflicto, más eficiente será el rendimiento general.
¿Cuáles son las características propias de un conflicto?
El primer paso en la solución de conflictos es identificar. En algunas ocasiones es posible reconocer a tiempo situaciones que pueden convertirse en problemas, con el ánimo de evitar que escalen.
Un conflicto es un paso más allá de un simple desacuerdo, es una situación en la que una o ambas partes se sienten amenazadas. Por lo general, esta sensación es una percepción exagerada de la realidad motivada por la emoción del momento.
Así mismo, un conflicto no se resuelve si no se actúa: es necesario enfrentarlo para resolverlo. Si se ignora la sensación, es probable que permanezca e incremente con el tiempo. A continuación, repasaremos ocho tips que te servirán para afrontar la situación y solucionarlo de la mejor manera.
Tips para mejorar tu capacidad de resolver conflictos
Dicho lo anterior, vamos a los consejos que te serán de utilidad para mantener sanas relaciones con tus compañeros de trabajo.
1. Evita los errores cognitivos
Sin importar el tipo de conflicto o su causa, siempre existirán errores cognitivos que pueden tener efectos negativos y convertir la situación en algo más difícil. Estos son los más comunes:
- Interpretar la justicia de forma egoísta: no se debe definir qué es lo justo de acuerdo a un punto de vista sesgado.
- Ser arrogante: por lo general, la arrogancia lleva a la vergüenza después, lo que puede traer consecuencias más severas.
- Escalar el problema: procurar no adicionar al problema otros temas adicionales que no estén relacionados con este conflicto actual.
- Evitar: ya sea guardar emociones o cambiar el tema para retirarse de la situación.
- Culpar: evitar la responsabilidad del desacuerdo entorpece la situación y no lleva a soluciones.
- Buscar hacer daño: si se busca hacer daño emocional o físico, será difícil resolver un desacuerdo. Además, esto crea un entorno hostil en el que la otra persona busque retirarse sin encontrar una solución.
2. Mantente sereno
Los momentos de mayor crisis son cuando se hace más difícil mantener la calma. Así pues, discutir desde las emociones resulta casi imposible, ya que el sentimiento que predomina es el de la ira. Mantener la calma es indispensable en la resolución de conflictos, evita la volatilidad emocional y el uso de insultos. La inteligencia emocional y el manejo de expectativas facilitará el llegar a un acuerdo sin dejar que las reacciones emocionales tengan un impacto sobre el resultado.
Bajo esta lógica, el tono de voz influye mucho en la conversación, ya que da cuenta de que lo que estás diciendo es sensato y está en pro de solucionar el problema y no de agrandarlo. Una buena idea puede ser esperar un tiempo luego de la discusión inicial antes de mantener una nueva. Esto evitará que las emociones tomen el control y esto lleve a decir cosas que no piensas, además dará tiempo a la reflexión y el pensamiento crítico sobre lo sucedido.
Una técnica que puede servir para mantener la calma es enfocarse en los sentidos y buscar estímulos que resulten relajantes. Escucha música o sal a dar un paseo mientras todo vuelve a la calma.
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3. Ten buena actitud
El sentimiento que debe primar es el de de subsanar el problema, resolverlo y evitar males mayores. Esto hace parte de conocerse a sí mismos, dado que esto te enfocará en cuales emociones te impulsan a iniciar el conflicto y qué es lo que te molesta de la situación.
Un buen consejo es afrontar la situación con humor. De este modo, podrás ver la situación desde otra perspectiva y reducir la tensión. Eso sí, evita reírte del interlocutor, es posible que esto termine agravando el problema.
4. Escucha
Si nos centramos en hablar, terminaremos diciendo más de lo que pretendemos. Mejorar la capacidad de resolver conflictos implica escuchar más de lo que se quiere decir. Esto permitirá entender el punto de vista, además de permitir descubrir que el conflicto es más sencillo de solucionar de lo que se pensaba.
Aprende a parafrasear lo que la otra persona tiene para decir, esto te permitirá ser más empático y expresar tu punto de vista. Estas habilidades facilitan las discusiones y aumentan el entendimiento, ya que ambas partes se sentirán escuchadas.
Si la otra persona expresa sus argumentos de una manera, la idea es formular las palabras de una forma similar. Si hay confusión, lo ideal es hacer preguntas. A esto súmale lo que se transmite sin palabras. La comunicación no verbal incluye las expresiones faciales, la posición corporal, el contacto visual y el tono de voz. Esto te ayudará a saber lo que la otra persona siente en realidad.
5. Discute con el problema, no con la persona
Independientemente de lo que sintamos por la otra persona, sea positivo o negativo, la discusión debe tener como base los argumentos, no los sentimientos. Siempre lo que se dice debe ir dirigido hacia una conducta y no a la forma de ser. Hay que entender que lo que ha suscitado el conflicto es algo puntual en un momento determinado, pero esto no define a la persona y no se le debe atacar por eso.
Expresa los sentimientos en el momento actual y sin generalizar. Si debes hablar de algo tuyo, exprésalo en primera persona para evitar culpar o hacer acusaciones que pueden ser injustas.
6. Busca un mediador
Cuando el acuerdo resulta lejano o complicado, una buena opción puede ser la intervención de un mediador en los que ambos estén de acuerdo. Este permitirá escuchar ambas partes y tener un nuevo punto de vista. Además, facilitará llegar a compromisos y acuerdos, dado que todo depende de un esfuerzo conjunto. Así las cosas, un mediador hará que la solución no sea tendenciosa o favorezca más a una parte que a otra.
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7. Genera alternativas
Proponer tantas soluciones posibles como se te ocurran siempre aportará a resolver el conflicto o al menos estar más cerca de ello. Es importante poner sobre la mesa todas las ideas, y escoger aquella que beneficie a todas las partes de alguna manera.
Negociar puede llegar a ser complicado, pero es crucial si se quiere llegar a una resolución. Del mismo modo, es necesario dejar de lado las diferencias y trabajar en conjunto para la búsqueda de la solución.
8. Comprométete
Establecer compromisos generará mayor confianza entre las partes implicadas. Luego de resolver un conflicto lo usual es que las personas lleguen a ser más cercanas entre sí, ya que se ataca al problema como equipo y se aprende de los errores cometidos.
Bajo esta idea, el compromiso se divide entre las partes implicadas y evita que se sientan a la defensiva. Si se lleva por un buen camino generará apego emocional con el proyecto, dado que se entenderán las metas de los demás, lo que consigue una mayor dedicación y lealtad en el futuro.
La resolución de conflictos es un trabajo del día a día
La resolución de conflictos es necesaria tanto dentro como fuera del lugar de trabajo. En muchas ocasiones los conflictos son inevitables, ya sea en la pareja, amigos o compañeros de trabajo.
El punto está en centrarse en afrontar y trabajar las habilidades en lugar de evitar. Sin embargo, a la hora de hacer frente a los conflictos debe primar la serenidad y la actitud conciliadora. Esto evitará que el problema escale y se convierta en una mezcla de problemas del pasado.
Ya sea que manejes una empresa o seas un freelancer que se relaciona con ciertos compañeros, la diferencia estará en fomentar relaciones sólidas que inspiren confianza y trabajen en equipo para objetivos conjuntos. Por último, y en ocasiones este será el paso final del proceso, aprende a disculparte.
Una resolución efectiva permitirá que las partes involucradas entiendan lo que pasó y por qué son necesarias las disculpas. Lo importante es diferenciar cuándo disculparse es necesario, y no solo por finalizar el conflicto.