Te solicitan en un videollamada urgente. Durante la reunión tienes problema de conexión. Tu perro ladra y no te deja escuchar. Si solo con imaginarte en esta situación sientes cómo tus niveles de tensión aumentan, entonces escogimos buenos ejemplos de microestresores.
Estos diminutos pero poderosos desencadenantes de ansiedad pueden pasar desapercibidos en tu vida diaria. Sin embargo, su acumulación puede tener un impacto significativo en tu salud y bienestar. En esta guía, descubrirás qué son, cómo detectarlos y, lo más importante, cómo superarlos para vivir una vida más equilibrada y plena.
¿Qué son los microestresores?
De acuerdo con una publicación de JMIR Mental Health, los microestrés o molestias cotidianas son las “demandas irritantes, frustrantes y angustiantes que caracterizan en cierta medida nuestras interacciones diarias con el entorno”. Por ejemplo, una noche sin dormir, un café que sabe mal o una casa desordenada.
En el ámbito laboral, estos microestresores pueden manifestarse de diversas formas, como interrupciones constantes, plazos ajustados, falta de apoyo, exigencias multitarea o un entorno de trabajo poco organizado. Aunque puedan parecer triviales, su acumulación a lo largo del tiempo puede tener un impacto negativo en nuestra salud física y mental.
Cuanto más experimentemos microestrés, más bajo será nuestro umbral de tolerancia y mayor será la probabilidad de que reaccionemos de manera inapropiada, sintiéndonos ansiosos, deprimidos o enojados.
El microestrés resulta en especial perjudicial porque a menudo no lo reconocemos. Entre el 60 % y el 80 % de las visitas médicas están relacionadas con trastornos vinculados al estrés. Sin embargo, la naturaleza insidiosa del microestrés hace que a menudo no seamos conscientes de las principales fuentes de nuestra ansiedad.
Incluso si trabajas de forma remota, los microestresores del entorno laboral aún pueden afectarte. Para muchas personas, las videollamadas extensas, los jefes o clientes quisquillosos, los compañeros de trabajo chismosos y el cúmulo de tareas que intentas resolver hasta la madrugada pueden agotarte de forma gradual.
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¿Cuáles son las causas del microestrés?
Para abordar el problema del microestrés, es fundamental ser conscientes de sus causas. Según el Harvard Business Review, existen 12 factores principales que pueden desencadenar el microestrés. Estos se clasifican en tres categorías principales, veamos cada una de ellas en detalle:
1. Tensiones que agotan nuestra capacidad personal
Estas tensiones están relacionadas con la forma en que trabajamos con otras personas, en especial cuando limitan nuestra capacidad para desempeñarnos de manera efectiva. Algunos ejemplos comunes incluyen la falta de fiabilidad en los resultados, la falta de comunicación o el aumento de responsabilidades individuales.
2. Tensiones que agotan nuestras reservas emocionales
Estas tensiones afectan nuestras emociones y generan patrones de pensamientos o sentimientos negativos. Pueden hacernos preocuparnos por las personas que nos importan, sentirnos inseguros acerca del impacto de nuestras acciones, temer las posibles repercusiones o experimentar agotamiento emocional.
Algunos ejemplos de estos estresores son las conversaciones conflictivas, la desconfianza en nuestras conexiones, sentirnos responsables del éxito o la felicidad de las personas que dirigimos, o interactuar con personas negativas que aumentan nuestro nivel de estrés.
3. Tensiones que cuestionan nuestra identidad o nuestros valores
Este último grupo de microestresores se refiere a las interacciones que desafían nuestro sentido del yo o socavan los valores que guían nuestras acciones, tanto en el entorno laboral como en el personal. Sentir esta fricción puede resultar emocionalmente agotador. Algunos ejemplos de este tipo de estresores son cuando alguien mina nuestra confianza en nosotros mismos, nuestra valía o sentido de control.
¿Cómo detectar los microestresores?
La detección temprana es clave para combatir los microestresores en el entorno laboral. Prestar atención a los pequeños desencadenantes y patrones recurrentes es fundamental. Por ejemplo, puedes crear una lista de eventos que interrumpan tu jornada laboral. ¿Hay un ruido constante que dificulta tu concentración? ¿Existe falta de claridad en las tareas asignadas? ¿No tienes tiempo suficiente entre reuniones o videollamadas para descansar?
También es importante reconocer si ciertas personas te generan estrés y establecer límites. ¿Qué relaciones laborales causan más problemas que alegrías? Identificar situaciones y relaciones tóxicas y evitarlas, o al menos establecer barreras, es fundamental. Esto incluye evitar el contacto con personas que menosprecian o sabotean tu trabajo, que te atribuyen sus propias responsabilidades bajo el papel de víctimas, entre otros escenarios negativos.
Observa tu estado emocional ante ciertas tareas, situaciones o personas. Mantén un registro de las actividades que te generan ansiedad o tensión, así como de los momentos en los que te sientes más agobiado. Esto te ayudará a identificar los microestresores específicos que afectan tu bienestar y rendimiento laboral. Al tener esta información, podrás tomar medidas efectivas para enfrentar y superar estos desencadenantes de estrés, mejorando así tu calidad de vida en el trabajo.
7 claves para superar los microestresores:
Aunque es imposible vivir en un constante estado de calma, existen diversas estrategias que puedes considerar para superar los microestresores una vez que los hayas identificado. A continuación, se presentan algunas recomendaciones:
- Organización y planificación. Establece metas claras y prioridades, crea un cronograma realista y divide las tareas en pasos manejables. Esto te ayudará a mantener el enfoque y a evitar sentirte abrumado.
- Establecimiento de límites. Aprende a decir “no” de manera asertiva cuando sientas que te estás sobrecargando. Establecer límites te permitirá evitar la acumulación de tareas y compromisos innecesarios, brindándote un mayor control sobre tu tiempo y energía.
- Gestión del tiempo. Utiliza técnicas de administración del tiempo, como la Pomodoro, para mantener la concentración y evitar distracciones. Establece períodos de trabajo enfocado seguidos de breves descansos, lo cual te ayudará a mantener la productividad y reducir el estrés.
- Comunicación efectiva. Expresa tus necesidades y preocupaciones de manera clara y respetuosa. Comunícate abiertamente con tus colegas y superiores cuando sea necesario. Buscar apoyo y colaboración puede aliviar la carga de trabajo y promover un ambiente laboral más saludable.
- Cuidado personal. Prioriza el autocuidado. Dedica tiempo para descansar, hacer ejercicio y adoptar técnicas de relajación, como la meditación o el yoga. Cuidar de tu bienestar físico y mental te ayudará a manejar el estrés de manera más efectiva.
- Búsqueda de actividades liberadoras. No subestimes el poder de disfrutar de momentos con las personas que más te importan. Compartir un after office con tus colegas, ir al cine con tu pareja después del trabajo o hacer videollamadas con tu mejor amigo pueden brindarte un respiro emocional y fomentar la conexión social.
- Limitación a la exposición a noticias alarmantes. Estar constantemente pendiente de información estresante puede aumentar tu ansiedad. Establece momentos específicos para mantenerte informado y equilibra tu consumo de noticias con actividades positivas y relajantes.
¡No subestimes los microestresores!
No subestimes el impacto de los microestresores en tu vida laboral. Aprender a detectarlos y superarlos te permitirá construir un entorno de trabajo más saludable y equilibrado. Aplica estas estrategias para combatirlos y experimenta una mejora en tu bienestar y rendimiento profesional. Recuerda que el manejo del estrés es un proceso continuo y personal, ¡pero valdrá la pena el esfuerzo!
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